Pesadilla
Oscuridad, un ambiente frio y la soledad, es lo que me cubrían en ese momento mientras estaba sentado en una esquina con mis
rodillas flexionadas en posicion fetal, mis ojos danzando de un lado a otro tratando
de buscar una escapatoria; un camino que me condujera a alguna salida de ese lugubre sitio, pero no había nada, ni la más mínima esperanza.
Sentía algo en el ambiente, mi piel se enchinaba y los escalofríos se apoderaban de mi cuerpo, me hicieron temblar mis manos y después, como la onda expansiva de un roca al caer sobre el agua, mi cuerpo también se puso a temblar.
Comenzaba a creer que ya no volvería a salir. En mi cabeza sólo se repetía la
imagen de mi familia, una y otra vez; mi madre y mis hermanos, a quienes ya no vería. Era tan angustiante y tan sofocante el pensamiento de decepción y preocupación que les dejaría con mi posible desaparición. Mi mente estaba jugando conmigo al ponerme esas imágenes y pensamientos repetidamente cuando un extraño ruido captó mi atención.
Volteé a mi lado derecho, buscando el origen del sonido. Fue un sonido muy tenue, pero el silencio infernal del lugar hizo posible que lo escuchara, fue algo como un
"Psst" -Alguien trataba de llamar mi atención. Lo que significaría que no estaba solo- ese fue mi pensamiento al momento de escuchar el llamado. Pero ¿Quién sería esa persona que llamaba? ¿Tal vez una víctima más? O incluso podría haberse tratado de mi secuestrador.
Me levanté despacio al tiempo que apoyaba mis manos sobre la pared. Inicié dando pasos cortos, siguiendo el camino que mis manos abrían para mí al palpar el
muro en medio de toda esa oscuridad. Al dar el tercer paso una voz habló.
- No sigas, quédate donde estas - dijo jadeando.
- ¿Qué? ¿Por qué?... ¿Quién eres? - pregunté - ¿Por qué estás aquí? ¿También te
atraparon a ti?
- No, yo vivo aquí, esta es mi casa desde hace... Bueno,
hace mucho, ya no recuerdo. Perdí la cuenta luego de algunos años, después de eso me
resigné que nunca saldría - no parecía ser una persona cuerda por su forma de hablar.
La voz era gruesa, pero sorda; como la de alguien con las cuerdas vocales dañadas.
- ¿Quieres decir que lo mismo me espera a mí? -
pregunté tranquilamente, aunque por dentro el terror me invadía.
- No... Al menos eso creo - contestó la voz - He estado
demasiado tiempo aquí, no eres el primero que llega. Han pasado
cientos de personas, pero ninguna de ellas, a diferencia mía, se ha quedado. Él
siempre se las lleva - soltó una risa en suspiro.
- ¿Él? ¿Quiénes él? - los nervios comenzaban
a apoderarse de mí - Entonces alguien nos atrapa aquí y ¿Qué hace luego?
- N... No lo sé. Sólo se los lleva. En ocasiones escucho
gritos desesperantes que suplican por ayuda y que de un segundo a otro se apagan en medio del silencio eterno.
No podía creer aquello y el miedo ya me habia paralizado por completo. Entonces
la voz me lo advirtió; ¡alguien se acercaba! era aquel del que me habló y al parecer venía por mí.
Volví a mi lugar y dejé de escuchar los sonidos del hombre
cubierto por la inmensa sombra con voz extraña. Quise llorar,
pero el gimoteo y las lágrimas ya no salieron, sólo el temblor de mi cuerpo que parecía como si una ráfaga de aire muy frio me recorriera la piel. Mi sangre se comenzó a congelar. De pronto una puerta a mi lado izquierdo se abrió, chocando con la pared y produciendo un
sonido tan fuerte que me hizo saltar.
Detrás de la puerta una silueta humanoide se asomó; era una figura robusta y alta. Debido a la nula luz en la habitación no lo pude ver con claridad, pero por su sombra pude notar algo que me dejó sin palabras; por lo que alcancé a ver me di cuenta que el cuello no existía, sin embargo el contorno de una
joroba tomaba su lugar. La ropa en la parte superior era pomposa, como la de
los payasos, mientras que en sus piernas todo lo contrario, pues después de lo que debería ser su cintura sus extremidades inferiores asimilaban un triángulo invertido. Sus pies no se
distinguían, se confundían fácilmente con aquel suelo negro presente dentro y
fuera de la habitación. Duró bastante tiempo en la puerta sin hacer
ni un sólo movimiento, pero estaba seguro que tenía su mirada en mí, lo podía sentir.
Por el mismo acceso de la puerta que se encontraba abierta
de par en par entraba una sustancia gaseosa, iluminada
por la luz blanca que se asomaba desde el exterior, misma iluminación que,
con su destello, daba vista al interior del lugar. Por ello, aún
sentado apresuré a revisar la zona buscando la respuesta a mi primer pregunta ¿Dónde estoy?. Pude observar un
pequeño cuarto abandonado, sin nada másque yo, lo cual me provocó
escalofríos, a la par de preguntarme ¿Quién me habló entonces?. Era más
que obvio que en esa habitación no había nadie, sólo yo, y no había indicios de que
alguien hubiese estado en aquella habitación en mucho tiempo, incluso todo lucía tan limpio, lo que no tenía sentido para mí.
Regresé mi mirada a la puerta, aquella sombra espectral
seguía erguida contorneada por la luz blanca que hacía presencia por detrás. Hubo
algo de lo que no me percaté hasta en ese instante. Dicha silueta negra e
infernal no producía ninguna sombra.
De pronto vi cómo la oscuridad volvia a tomar ventaja del lugar, aún con la puerta abierta, reclamando propiedad de
todo aquello de lo que la luz era dueña hasta ese momento, haciéndose cada vez
más grande hasta llegar a cubrir la pared frente a la puerta. Seguí aquel espectáculo
tenebroso hasta que la misma sombra se apoderó de toda la pared frente a nosotros y entonces dos pequeños
"orificios" aparecieron con un color tan rojo como la sangre, esos puntos se sintieron tan profundos como una mirada.
Unos segundos bastaron de aquellos ojos ensangrentados para
que mi cuerpo quisiera caer rendido ante ellos, pero en su lugar escondí mi
mirada entre mis rodillas, agachando mi cabeza y con mi
cuerpo estremecido por el miedo. Levanté nuevamente mi mirada, esta vez
apuntando hacía la entrada, la figura temible había desaparecido, al igual que esa espantosa sombra. Pero la puerta seguía
abierta, la luz y toda aquella niebla seguían adentrándose en el lugar. Luego
de algunos minutos, cuando creía que podría hacerlo sin problemas, me puse de
pie e intenté escapar saliendo hacía la claridad, pero la hazaña duró muy poco.
Al poner un pie en la orilla de la entrada un rostro se apareció frente a
mí. Con un grito estremecedor y al perder las fuerzas por el terror, caí hacía
atrás haciendo que mi espalda impactara directo contra el suelo. Un dolor punzante muy
fuerte causó que una bocanada de aire saliera de mi cuerpo, acompañado de un grito.
Fueron segundos los que, tirado en el suelo apoyado con mis
manos, miraba atento al rostro de la monstruosidad, el cual, con una sonrisa
malévola posaba fija su vista directo a mis ojos. Aquel acto terrorífico sólo
alimentó mi miedo de una manera descontrolada. La expresión en mi rostro cambió
de un segundo a otro con un gesto de repulsión.
-Tú no tendrías por qué estar aquí - me dijo la figura
espectral observándome a los ojos.
Su voz era gruesa y profunda, con un efecto de eco y doble voz.
-¿Q-qué quieres de-decir? - pregunté nervioso.
-Has llegado antes - dijo fríamente.
-No entiendo lo que me quieres decir.
-Vete por ahora... Nos veremos nuevamente.
La figura dio media vuelta y caminó en dirección a la luz.
-¡Espera! - grité intentado detenerlo.
Aquello volteó su rostro
hacía mí. Al hacerlo me quedé petrificado, no supe cómo reaccionar ante tal
imagen. Impresionado, mis ojos tomaron una figura enteramente circular. Me
costaba dar fe a lo que frente a mí se presentaba. Vi mi propio rostro en aquel cuerpo demoniaco y entonces se dirigió a mí.
-No Alexis, aún no...
Me dio la espalda y siguió su camino. De pronto todo se oscureció para mí.
Desperté en mi cama con mi cuerpo totalmente sudado, mi
corazón latiendo muy rápido y mis pupilas dilatas. De un brinco quedé sentado sobre el colchón, con las sabanas sobre mis piernas y buscando auxilio.
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